martes, febrero 28, 2006

experienza poétical*

I.

jugando a jugar
maderita sobre maderita
una verde y otra roja

un jugo aguado
de cumpleaños
y una piñata

y una bolsita
con sorpresitas
tras la puerta

una dos velas
tres y cuatro también
y cachetes exultantes de inflados

jugar y jugar
desde el techo
puedo verte

y me echo al suelo
sobre mis codos negros de tierra
mi mentón se deshace en las palmas de mis manos

sonrío con tu sonrisa
mientras jugás armando
universos de maderitas

sé que alguna vez
me concederás
una mirada

por ahora me conformo
con poder mirarte
y con que me des una tarjeta

de invitación
a tu cumpleaños
que tanto te importa

II.

perlas anudándose
entre mis dedos
la ausencia duele

en mi reloj
el tiempo corre
trepándose a mis ojos

la espera
cómo carcome
saberte imposible

una tortura
empuñando recuerdos
sigo igual

III.

los días en que había sol

y en que amanecíamos
¿te acordás?

los extraño
mientras sólo atardezco
en vos / sin vos

las siluetas

que admirábamos
e imitábamos

las extraño
mientras sólo veo el humo
de un cigarrillo muerto

las nadas que decían tanto

y que éramos
¿te acordás?

hoy sólo estoy
tan solo como con vos
nunca pude sentirme

yo, el PelAdo.

* textos secuencialmente nacidos, fruto de una mezcla entre Hamacas al río (http://www.hamacasalrio.com.ar/) y sus videocanciones y una destinataria, biR., con su presencia estelar.

domingo, febrero 26, 2006

En resumidas cuentas (Reflexión a la lumbre de González Tuñón y de la madre de un mártir sandinista) de Alicia Partnoy

Con un guiño a Claribel Alegría por su poemario Umbrales
y otro a María Negroni, por La jaula bajo el trapo.


Todos ensayamos
una forma más o menos generosa
de convertirnos en el centro del mundo.

Dibujamos en el aire
flechas que dicen:
a mí, mírenme a mí,
quiéranme a mí, búsquenme a mí.
Yo vivo. Yo entrego. Yo recuerdo.

Algunas veces, no muchas,
alguien,
tal vez una madre caída de sus hijos o un compañero desmontado
de una revolución a medias,
se desgaja la sandía del pecho
ante nosotros
y señala esa explosión de semillitas negras:
a ellos, mírenlos, quiéranlos,búsquenlos.

Ellos viven, entregan, ellos recuerdan.
Ellos son el centro innumerable
del centro mismo que no soy yo.

Y si, a pesar de eso,
seguimos ensayando
una forma más o menos generosa
de convertirnos en el centro del mundo,
allá nosotros.

Alicia Partnoy - Profesora en la Universidad Loyola Marymount de Los Angeles. Fue presa política durante la dictadura militar y llegó a EE.UU como refugiada en 1979. Es autora de The Little School. Tales of Disappearance and Survival in Argentina, cuentos testimoniales sobre ‘La Escuelita’ de Bahía Blanca, donde estuvo desaparecida. En 1992 publicó Venganza de la manzana. Revenge of the Apple (Poesía). Compiló la antología You Can’t Drown the Fire: Latin American Women Writing in Exile. Obtuvo un doctorado en filosofía y letras con: El discurso de la solidaridad en los poemarios testimoniales de Argentina, Chile y Uruguay (UMI, 1997). Sus poemas y testimonios han sido publicados en numerosas antologías y en revistas y periódicos de México, Argentina, Estados Unidos, El Salvador y Puerto Rico.

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APartnoy@lmu.edu http://members.fortunecity.com/detalles2002/poesia/partnoy/datos.html
© GRUPO PALAVREIROS - 1999/ 2004TODOS OS DIREITOS RESERVADOS
extraído de: http://www.palavreiros.org/festivalmundial/argentina/aliciapartnoy.

jueves, febrero 09, 2006

Fragmento del cuento "Muchacha Punk" de Fogwill

"...Al volver, un rodeo injustificable me permitió rozar la mesa de las muchachas y contemplar mejor a la mía: tenía hermosos ojos celestes casi transparentes y el ensamble de rasgos que más me gusta, esos que se suelen llamar aristocráticos, porque los aristócratas buscan incorporarlos a su progenie, tomándolos de miembros de la plebe con la secreta finalidad de mejorar o refinar su capital genético hereditario. ¡Florecillas silvestres! ¡Cenicientas de las masas que engullirán los insaciables cromosomas del señor! ¡Se inicia en vuestros óvulos un viaje al porvenir soñado en lo más íntimo del programa genético del amo!. Es sabido, en épocas de cambio, lo mejor del patrimonio fisiognómico heredable (esas pieles delicadas, esos ojos transparentes, esas narices de rasgos exactos cinceladas bajo sedosos párpados y justo encima de labios y de encías y puntitas de lengua cuyo carmín perfecto titila proclamando la belleza interior del cuerpo aristocrático) se suele resignar a cambio de un campo en Marruecos, la mayoría accionaria del Nuevo Banco tal, una Acción heroica en la guerra pasada o un Premio Nacional de Medicina, y así brotan narices chatas, ojos chicos, bocas chirlonas y pieles chagrinadas en los cuerpitos de las recientes crías de la mejor aristocracia, obligando a las familias aristocráticas o recurrir a las malas familias de la plebe en busca de buena sangre para corregir los rasgos y restablecer el equilibrio estético de las generaciones que catapultarán sus apellidos y un poco de ellas mismas, a vaya a saber uno dónde en algún improbable siglo del porvenir".

Somos viento

Más allá de las huellas digitales
de la fecha de nacimiento
de la carga cromosómica
que nos dio origen y la que portamos:
somos viento.
.
Buscamos lamer piedras sagradas
y nacer junto a las tetas llenas
de una mujer que renace.
Necesitamos la ceremonia de los encuentros,
sentir que no existimos
frente a un mar atardecido
sobre el Pacífico.
.
Necesitamos ensuciar zapatillas
jetearnos un pucho
pasarnos el champú.
Saltar los horizontes
para seguir
buscando utopías.
.
Reconocernos en las miradas, en un gesto
en las inquietudes, en un guiño
en las indefiniciones
y en los convencimientos.
Somos viento.
Buscamos llegar tras la tormenta
después de los relámpagos y la lluvia
cuando los arcoiris
impactan en un sueño circular.
.
Y asi...
yo vuelvo con mi vientito
al "surcito"
como mi Pelado 512
a la pampa desde Purma.
El Pollo y Pampis van y vienen
pispeándole al ventisquero blanco
silogismos en historias;
sin prisa pero sin pausa
Cipo y Facu hacia otros más ardientes
vientos de la Chiapas ejemplo.
.
somos viento
necesitamos dejar una huella como una evidencia
como una marca en el cuero
nos dejan las huellas de los vientos
que nos cruzan y se conjugan.
.
Científicamente hablando
buscamos necesitamos -inconcientemente-
direccionar veletas
sacar fuerza a los molinos.
(asi como Pascal fundamentó
mi presencia en una disco de Barranco)
.
Porque somos viento
nos urge saltar los horizontes
para seguir buscando utopías.

María Depetris
(escrito como un escupitajo
en viaje desde Lima a La Paz)