lunes, julio 02, 2012

Darío y Maxi, un hecho político (*)


El 26 de junio de 2002, los piqueteros Darío Santillán y Maximiliano Kosteki fueron asesinados en el puente que une la Capital Federal con Avellaneda, por la Policía de Buenos Aires, en una represión orquestada por el gobierno de la Provincia, que en ese momento encabezaba Felipe Solá. En 2006, fueron condenados los dos policías hallados responsables directos de los disparos, el ex comisario Alfredo Fanchiotti y el ex cabo Alejandro Acosta, y otros miembros de la fuerza recibieron condenas menores por encubrimiento.
Este episodio marcó el final de un tiempo histórico en nuestro país. Inmediatamente después, el entonces presidente Eduardo Duhalde anunció el adelanto de las elecciones presidenciales. El “que se vayan todos y no quede ni uno solo” coreado a fines del 2001 en las calles del país, se manifestó en 2003 en las urnas, con una pobre participación. Posteriormente, los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, legitimaron sus gestiones con la puesta en marcha de políticas públicas acordes a muchos reclamos históricos.
Sin embargo, a diez años de la llamada “Masacre de Puente Pueyrredón”, Fanchiotti ha sido beneficiado con un régimen de prisión semi abierta y el reclamo para que sean enjuiciados los responsables políticos de los crímenes, sigue sin obtener respuesta.
Los años noventa trajeron consigo la consideración de la inversión pública y la política social como un gasto, otorgando a los grandes grupos económicos la potestad de “ajustar” sus números, aunque esto representase dejar en la calle a sus trabajadores o flexibilizar las condiciones laborales.
En ese marco, el paro, aquella forma de protesta de los trabajadores asalariados, se quedaba sin fábrica que parar y el piquete empezaba a hacerse oír en las rutas del interior y llegaba a los accesos a la Capital Federal. Desde el Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) Aníbal Verón, del que formaban parte Darío y Maxi, contaban en una conversación con el Colectivo Situaciones, cómo habían abandonado el rótulo de desempleado que se les asignaba, para reinventarse como trabajadores desocupados en un movimiento, con un triple vínculo con el Estado: confrontando en el piquete, negociando los planes sociales y manejándolos con autonomía.
En los medios de comunicación, los crímenes de Darío y Maxi se empañaron con la sospecha de un supuesto enfrentamiento interno de piqueteros. Ante la evidencia de las fotografías que inicialmente difundió Página/12, el resto de los medios masivos del país, tuvo que reconocer que el crimen había sido perpetrado por la Policía.
Es recomendable para seguir indagando en este tema, ver el documental “La crisis causó dos nuevas muertes” (que se centra en el título con el que encabezó su tapa Clarín, la edición del 27 de junio de 2002) y leer “Darío y Maxi, dignidad piquetera” (libro elaborado por el mismo MTD Aníbal Verón, con una rigurosa investigación).

MÁS INFORMACIÓN:

“La crisis causó dos nuevas muertes”, el documental completo en Youtube.com: http://www.youtube.com/watch?v=u8Z4dbwd0qk

(*) Artículo publicado en la contratapa de Papel Tortuga #35

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