DÉCIMO OCTAVO PASO

Amanecer en la sede. Domingo 10, ahora sí. Levantamos las carpas, limpiamos. Al mediodía, vacunan perros. Llega la veterinaria, nosotros nos vamos de feria. Cuatro cuadras, un puesto atrás del otro. Cachureros. Cancanes, corbatas, zapatillas, vestidos, cargador de celular, plato y cubiertos, empanadas de pino y jugo watts. Unas moneditas al SoccerSantiago (juego de video tipo flipper, adictivo y que sólo se encuentra en Chile). El calor azota. Lo bajamos con agua de mar. Playa playa, uno-dos-tres, chapuzón. ¡Qué frío! Y Laucha, Vero Vero, Pampa y Pelado arrancan la vuelta. De camino, los cuatro pasan por la okupa casa TIAO; hay una varieté. Teatro, circo, acrobacias, malabares a la gorra. Dominguero para niños. La plata es para poder mantener en condiciones la casa. Los golondrinos saben o suponen, que lunes o martes deben arrancar. Sus cumpas santiaguinos los esperan más al sur, en Pichilemu. Semáforo para los pasajes. Un par de horas, unas seis lucas. El cansancio agobia. Como el calor, más temprano al mediodía. Plazoleta Ecuador, fresca noche en Valparaíso. La micro 519 que nunca llega. Taxi colectivo número 41, camino al cerro San Juan de Dios. Antes, los golondrinos se cruzan con el santiaguino Seba, amigo del AKRE, de vacaciones, con polola de verano: una sueca que conoció en el pub Chinaski, a puro carrete el viernes. Con una sopa caliente y un jugo de naranja de sobre, se muere el fin de semana.
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