domingo, julio 31, 2005

Prudente

Una piedra rodante rodando baja como por un carril ferroviario, prudente, para acabar trepándose a tus hombros. Abrís la espalda, la hacés ancha y más ancha; una punta filosa te hace sangrar. Por el hombro, por el cuello, por la nuca. Por ahí. Una lágrima pesada denuncia el abuso. Oídos sordos a la protesta, sujetás la piedra con tus dedos. Otra, otra, otra y otra lágrima más; te alzás y te echás a andar. Tu camino es como el camino de la piedra rodante. Como por un carril ferroviario, prudente.
PABLO RODRÍGUEZ