Entre las 11 de la mañana (el horario pautado para el inicio) y las 20 horas (el momento en que el sol definitivamente se retiró de escena), cuentan los que saben contar que unas 300 personas compartieron el “Festival del Chicote Chillón y la Naranja Orgánica” en la plaza de barrio Cerritos de Villa La Bolsa.
Pasaron
por el escenario natural: Martín Leguizamón, Mauri Córdoba, Martín Sánchez y
Albahaca, José Luis Aguirre, el ballet Tusuy, el grupo efímero Cantártico,
Infusión Sonora, la cuerda de candombe de Villa Río y Chañaritos, el grupo de
teatro comunitario Los Descoordinados de Paravachasca y la murga Arrastrados
por el Río. El festival fue organizado por vecinos y vecinas de todo el
corredor de la ruta 5, que comenzaron a reunirse a partir de los incendios que
en septiembre de 2013 azotaron nuestras sierras.
Estudiantes
de la Escuela de La Bolsa, colaboraron con afiches para conscientizar sobre el
cuidado del monte y la prevención del fuego; una muestra permanente invitó a
conocer sobre la flora nativa; y un taller coordinado por Mauro Ferreyra,
permitió contar con una idea básica de cómo construir artesanalmente mochilas
de agua y chicotes. A través de una lista de contactos, quedó abierto el
compromiso para continuar con estos talleres.
Un
buffet solidario, que ajustadamente resistió tantas horas de festival, permitió
recaudar unos siete mil pesos que serán invertidos para construir herramientas
a distribuir estratégicamente en los barrios de la región, de manera
preventiva, de cara a la próxima temporada de sequías.
EXPECTATIVAS SUPERADAS
Miriam
Recalde, una de las activas vecinas que estuvo a cargo del festival, en diálogo
con PAPELTORTUGA, manifestó que: “Superó todas nuestras expectativas, porque
estábamos limitados con las condiciones del tiempo, fueron muy pocas reuniones
en las que organizamos este festival y se sumó mucha gente”. Nahuel Cornejo
sintetizó emocionado: “En el Valle de Paravachasca no hay distinción de nada;
todos la pasan bárbaro por igual: viejos, jóvenes, adultos, niños, hippies,
ricos, chetos, trabajadores. Este lugar es maravilloso”.
Sin
embargo, Miriam remarcó también que si bien algunas comunas “ayudaron con algo”
(baños químicos, auspicios), “nos gustaría que estuvieran los representantes de
las comunas, cuando hacemos estas cosas; está el pueblo acá y no vimos a nadie;
es un tema que dejamos en suspenso para que lo piensen”.
El grupo prevé armar un diagnóstico de la región, para conocer los sitios más propensos a los incendios e identificar bocas de agua. “Queremos ir a los colegios para capacitar y saber cómo estar preparados ante cualquier tipo de catástrofe”, apuntó finalmente Miriam, denotando la apuesta de que la salida está en la participación popular.
TEXTO PUBLICADO EN LA EDICIÓN #132 DE PAPEL TORTUGA DE ALTA GRACIA
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